La soberanía nacional es parte de nuestro patrimonio como nación independiente. Unamos tiene un compromiso indeclinable con la soberanía nacional, su promoción y defensa. Por esa razón impulsaremos la derogación y anulación de la onerosa Ley 840 del canal interoceánico que constituye la amenaza actual más grande a nuestra soberanía nacional, a nuestra independencia, a nuestros derechos, a nuestros recursos y a la sociedad nicaragüense. No reconocemos como legítima ninguna concesión o privilegio que comprometa la soberanía territorial de Nicaragua o sus derechos como nación independiente.
Los intereses nacionales de Nicaragua se aseguran con el pleno respeto a nuestra soberanía y autodeterminación, la integridad territorial, la defensa y promoción de nuestras riquezas naturales, la inviolabilidad de las fronteras nacionales frente a cualquier amenaza externa, incluyendo concesiones onerosas, piratería, agresión ecológica y carteles del crimen organizado.
Unamos impulsará la prohibición al establecimiento de cualquier tipo de base militar extranjera en Nicaragua, bajo cualquier pretexto.
Las relaciones internacionales de Nicaragua deben ser de amistad, respeto y cooperación, basadas en el interés nacional. Aspiramos a construir relaciones mutuamente ventajosas con todos los países del mundo.
Creemos que Nicaragua puede contribuir a los grandes desafíos actuales de la humanidad: al logro de la paz, al enfrentamiento del cambio climático, a propiciar una conducta solidaria con los migrantes de todo el mundo; al cese de la violencia, a la promoción de los derechos humanos y de la justicia, a la construcción de relaciones internacionales y un orden mundial justo.
En Unamos tenemos la convicción que todo conflicto internacional debe ser resuelto conforme el derecho internacional. Nicaragua debe establecer su neutralidad en conflictos internacionales de cualquier índole, sin alinearse ni comprometer su seguridad con los intereses de ningún otro país o potencia extranjera, de ninguna empresa o interés foráneo alguno, pero no puede ser neutral ante flagrantes agresiones de grandes potencias hacia otros países que impliquen violaciones a los derechos humanos o la imposición de nuevas formas de dominación colonial.
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