Por Luis Carrión C.
Miembro de la JDN del MRS
La cuestión de la unidad de la oposición está en el centro de las preocupaciones y los intereses de todos aquellos que hemos sido parte de esta lucha cívica de los nicaragüenses. Todos los grupos, organizaciones, movimientos, personas influyentes y partidos políticos consecuentes hemos estado haciendo esfuerzos por construir esta unidad.
La gran pregunta es: ¿por qué si todos estamos conscientes de la urgencia de construirla, esta todavía no se materializa en la forma que todos deseamos? Primero hay que reconocer que la tarea es compleja porque la lucha de los últimos meses ha dado lugar al surgimiento de la más amplia variedad de grupos, autoconvocados la mayoría. Estos grupos están conformados por personas provenientes de distintos sectores, con diferentes niveles de experiencia y visiones, que en su mayoría antes de abril no se conocían entre sí, o no imaginaban ser actores protagónicos en la vida política nacional.
- La unidad se basa en objetivos políticos compartidos. Estos deben ser los mínimos indispensables para impulsar la lucha a lo inmediato y derrotar al orteguismo en unas elecciones. Las demandas particulares y los objetivos que sobrepasen este alcance deben ser pospuestos, en el entendido de que cada quien podrá impulsarlos una vez que sentemos las bases de una democracia real.
- La unidad no se decreta sino que se desarrolla gradualmente, así mismo, no basta declarar “espíritu unitario” sino demostrarlo en los hechos. Pero se avanza cada día estableciendo de inmediato la colaboración en cuestiones prácticas que ayuden a fortalecer la lucha cívica: acciones movilizativas, trabajo internacional, defensa de los reos políticos, apoyo a las familias de las víctimas, comunicación, entre otras.
- La unidad no es sobre documentos, sino sobre la construcción de confianza. Y ésta se construye con transparencia, apego a los compromisos adquiridos, respeto a los demás y consecuencia en la lucha contra la dictadura.
- La unidad requiere que nadie pretenda imponerse o controlar el proceso. Las pretensiones hegemónicas generan desconfianza y provocan reacciones defensivas que afectan el proceso unitario. El respeto y el trato entre iguales debe ser una norma en las relaciones políticas.
- La unidad exige que se respete la autonomía y la personalidad de cada uno de los grupos que hacen parte de ella. Esto implica que cada quien pueda desarrollar iniciativas sin pedir permiso pero dentro de ciertos límites porque la autonomía no puede justificar en ningún caso acciones que vayan en contra de los objetivos y acuerdos compartidos, o del esfuerzo de creación de confianza.
- La unidad demanda la comunicación efectiva y sistemática no solo entre los actores directos de la unidad, sino también con los y las ciudadanas a quienes nos debemos, y quienes nos están reclamando esta unidad.
Algunas agrupaciones han dado a conocer recientemente sus propuestas de unidad dando con ello pasos importantes para construirla.
La Alianza Cívica está muy bien posicionada para impulsar un amplio proceso unitario que integre a la mayoría de las agrupaciones pues tiene amplio reconocimiento nacional e internacional y legitimidad para convocar. Ya dieron un paso importante con la asamblea del 18 de septiembre que permitió a muchas organizaciones expresar su voluntad y su demanda de unidad, ahora le toca a la Alianza darle continuidad y llevar las cosas hasta su culminación necesaria: una gran unidad política que nos permita salir de la dictadura y sentar las bases de una nueva sociedad democrática.
Fotografía de Franklin Villavicencio, Confidencial.
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