Tomado de República 18
Habían pasado solamente seis meses de haber perdido a su mamá cuando la represión policial ordenada por la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo le arrebató la vida a su hermano mayor, Jimmy Parajón, de 35 años, de un balazo en el pecho cuando apoyaba a los universitarios que se encontraban en la extinta Upoli, en Managua. «Yo nunca he estado dispuesto en negociar la sangre de mi hermano», afirmó Yader de los Ángeles Parajón Gutiérrez, excarcelado político y activista LGTBI a República 18.
Actualmente tiene 32 años, se considera católico, estudiaba psicología en la Universidad Centroamericana (UCA) y tenía una pulpería. Es el menor de los dos hijos del matrimonio Miguel Parajón y Josefa Dolores Gutiérrez (q.e.p.d). Contó abiertamente que desde los 18 años se dio cuenta de su identidad de género como homosexual, y que su familia en todo momento lo ha aceptado como tal.
El que Daniel Ortega asaltara la Constitución Política del país para reelegirse como Presidente fue el detonante para que Parajón se nombrará como disidente. Las otra razón, enumeró, lo ocurrido en Nicaragua en los años 80. «Ese tipo de juicio me movía a disentir con Ortega, por esos dos motivos, y también por eso se tenía que hacer algo porque ya se avizoraba que no iba a estar dispuesto a entregar al poder», explicó.
Dijo que su oposición al régimen también obedece a que le ha llamado siempre la atención la política «porque todo lo que nos regula como sociedad son leyes y es política». Desde 2011, Parajón participaba de manera independiente en las protestas de pensión reducida, las de Ocupa INSS, contra el fraude electoral, la derogación del Canal Interoceánico «nunca dudé en participar, lo seguí haciendo sin ningún tipo de bandera hasta que llegó 2018», describió.
El que la Juventud Sandinista (JS) y turbas del regimen vapuleara a jóvenes que se solidarizaron con las personas de la tercera edad a través de marchas y protestas hizo que Parajón se solidarizada con los universitarios de la Upoli.
«El 20 de abril de 2018, comienzo a utilizar las redes sociales denunciando lo que pasaba y también empecé hacer una colecta para llevar comida a los jóvenes desde pan, queso, plátano, agua, y más a la Upoli, logré ingresar al famoso tercer piso en la Upoli y estar con otros compañeros, a los que les daba apoyo desde lo moral. Yo tenía la oportunidad de entrar todos los días si podía», rememoró.
Su hermano Jimmy era el que lo transportaba en su motocicleta desde la casa a la Upoli, fue así como el joven asesinado se involucró en la lucha cívica, comentó Parajón. «Jimmy me dijo es la hora de sacar a Ortega, él siguió acompañándome en las actividades y dándole forma al Movimiento Universitario 19 de Abril, estuve con Edwin Carcache y otras personas en reuniones», apuntó.
El 10 de mayo de ese año, Jimmy decidió ir a apoyar moralmente a los jóvenes universitarios, destacó Parajón.
«Mi hermano se solidariza conmigo y los muchachos, salió de mi casa a las 9:00 p.m y llegó a la Upoli, y se dispuso a apoyar al recinto. Él estaba en la Upoli y yo estaba haciendo barricadas en el barrio El Edén, en esa noche hubo un primer muerto en la Upoli, y me dijo que cuando él pudiera iba a salir, pero a eso de las 1:00 de la madrugada hubo un nuevo ataque militar, y lo asesinan con un disparo certero en la tetilla izquierda. Lo asistieron los muchachos y lo trasladaron al Vivian Pellas, donde pocos minutos después falleció por una hemorragia interna porque la bala le perforó las arterias del corazón y el pulmón izquierdo», relató.
En esos momentos, Parajón se encontraba en los semáforos de El Edén cuando le informaron lo que pasó con su hermano, se movilizó hasta el hospital donde le tocó reconocer el cuerpo de Jimmy.
«Fue un momento doloroso porque habíamos perdido a mi mamá de muerte natural, y lo primero que pensé es cómo le iba a decir a mi papá lo sucedido, le hablé al cuerpo de mi hermano y le agradecí todo lo que hizo. Desde ese momento dije ‘yo no estaba y nunca he estado dispuesto en negociar la sangre de mi hermano’«, afirmó.
Parajón y su padre en medio de la impotencia y temor decidieron llevar el cuerpo a Medicina Legal para determinar la causa de la muerte de Jimmy, puesto que consideró que «había que denunciar el asesinato de mi hermano, porque yo quería que quedara un precedente del asesinato de mi hermano. Dije que tenía que salir de Medicina Legal la causa de la muerte de mi hermano para que después no inventarán de que murió por otras razones», manifestó.
Parajón desde el día que asesinaron a su hermano siempre estuvo en pie demandando justicia, y lo llevó a fundar una agrupación de madres y familiares de víctimas, el 18 de mayo, nace el Movimiento Madres de Abril que después se le cambió el nombre. «Nos dispusimos a darle forma a un proyecto de exigir justicia, y no pare, viajé al cono sur, viaje a Chile, Uruguay, Brasil, Argentina en la temática de denuncia y de dar testimonios como víctima del régimen», comentó.
Parajón después de la gira de denuncia siguió realizando acciones de denuncia, lo que le costó en abril de 2019, que el régimen lo encarcelara por primera durante una semana, y desde su excarcelación con la cuestionada Ley de Amnistía la casa de la familia Parajón Gutiérrez nunca dejó de ser asediada.
«Después de mi excarcelación seguía el asedio, amenazas de que no podía salir de mi casa, y no me dejaban tener mi vida social y estudiantil, me metían a golpe a mi casa, a decirme que tenía prohibido por ser terrorista», rememoró. Este hostigamiento lo motivó a abandonar su casa en marzo de 2020, estuvo un año y medio fuera de su hogar y llegaba a ver a su papá en horas de la madrugada para evitar el asedio.
«En ese año y medio sólo logré ver a mi papá en cuatro ocasiones y pocas horas porque tenía que salir huyendo», denunció.
En septiembre de 2021, planeó el viaje legalmente a Alemania a través de la frontera terrestre tomando un bus de Nicaragua a El Salvador y de ahí en avión hasta su destino final, sin embargo, no logró siquiera salir del país.
«Aliste todo salí el sábado 4 de septiembre en la madrugada, y estando en la frontera El Guasale y detienen al bus para el proceso migratorio, pero de repente subió un oficial con una foto mía impresa, dije ‘me agarraron’ y me dijeron que ya no podía seguir mi viaje. Me bajaron del bus y me hicieron innumerables interrogatorios, y después me llevaron a la Estación de Somotillo, ahí ya hubo agresiones físicas, amenazas con AK, y enchachado me mandaron al Chipote, y después al Distrito III donde estuve tres días y noches, me amenazaban, me tenían esposados, me golpeaban la espalda, me decían terroristas y que los homosexuales estábamos condenados al infierno«, describió.
El 6 de septiembre fue trasladado a El Chipote a una celda oscura, fría, pequeña y sellada donde sólo le pasaban la comida y agua. Pasó en esa celda por más de un año junto a Medardo Mairena, exaspirante a la Presidencia, lograron que los cambiara de celdas hasta que se sometieron a una huelga de hambre durante una semana.
«Esa presión logró que nos sacaran a una celda más amplia, y ahí viví comentarios homofóbicos que me decían ‘hasta que no hablés como hombre no te pasó el agua’, los interrogatorios eran homofóbicos y criminales emocionalmente, me amenazaban con llevar esposado de pie y mano a mi papá, me decían que no respondían por el paradero de mi papá», recordó.
Denunció que antes y después de las escasas visitas familiares «nos desnudaban de una manera burda». Sin embargo, todo eso no lo hizo desfallecer y siempre estuvo en pie demandando el respeto a sus derechos humanos y diversos. Logró ver a su papá Miguel Parajón a los 42 días, antes él desconocía el paradero de su hijo, y tampoco Parajón sabía de su papá. Estuvo detenido cerca de 18 meses.
«La incertidumbre por no saber de mi papá y el dolor por el asesinato de mi hermano me pegaron mucho en la cárcel, pasaba llorando dos veces al día durante los primeros 40 días. Me dolía ver a mi padre en un dolor prolongado y saber que no podía estar con él», compartió.
El 9 de febrero pasado, Parajón junto a 221 presos y presas políticas fue excarcelado y desterrado a Estados Unidos. Al principió no sabía hacia dónde lo llevaban pero al ver el avión, Parajón rompió en llanto.
«Volteé a ver a Managua oscura, como a las 5:00 a.m, y dije ‘amanecerá Nicaragua y volveremos’, en ese momento me contuve de no llorar, pero fue inevitable cuando despegó el avión porque me estaban arrancando mi patria y me estaban expulsando de mi casa, de mi país», aseguró con su voz entrecortada.
Sin embargo, entre risas afirmó que el día del destierro «él más fashionista era yo», y es que recordó que se vistió con la ropa que su papá le llevó en la última visita sin imaginarlo, un pantalón ajustado negro y una camisa verde, en la que se hizo un lazo a la mitad de la cintura.
Parajón al llegar a EE.UU. ha presentado un sinnúmero de enfermedades que van desde la piel, vista y crisis de ansiedad porque se sentía vacío, tras el despojo arbitrario de su nacionalidad y el desarraigo de su país y papá. Recordó que la primera vez que habló con su papá desde el excarcelamiento fue el viernes 10 de febrero a las 7:00 a.m cuando su papá estaba alistándose para ir a dejarle agua a El Chipote.
«Nos pusimos a llorar cuando nos escuchamos. Me dijo ‘hola mi muchachito que alegre escucharte, imagínate que tonto, me estaba alistando para irte a dejar agua, pero vi tu nombre en las botellas de agua y me dio nostalgia, me sentí alegre y triste; me sentí alegre porque ya no estás en las mazmorras y triste porque te tengo demasiado largo’», comentó.
Parajón afirmó que «hoy el dolor es diferente porque estoy lejos de mi papá. Si mi papá llega a tener un deceso aún con la dictadura me estoy haciendo la idea de que no podré irme a despedir del cuerpo de mi papá».
Actualmente no tiene un trabajo formal, pero continúa su activismo político en Estados Unidos, participó en la audiencia de la sociedad civil de la 53 Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA).
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