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«En Nicaragua todos llevamos encima el autoritarismo»

Conversación de Ana Margarita Vijil, expresidenta del Movimiento Renovador Sandinista (MRS) con Eduardo Enríquez, publicada en el blog 4to mono el 18 de julio recién pasado.

Lecciones de la revolución sandinista y la rebelión de abril

Esta conversación la tenemos días antes del 40 aniversario de la revolución del 79, pero también a 15 meses de la rebelión de abril. ¿Qué significa esto para un renovador sandinista?

Ambas fechas demuestran la capacidad de los nicaragüenses de decir basta a gobiernos opresores. En ambos casos, hombres y  mujeres lucharon y murieron por la libertad de todo un pueblo. Ambas despertaron lazos de solidaridad y esperanza.

Hace 40 años se derrocó a una dictadura, hoy estamos frente a otra en la que están presentes ─algunos en el poder y otros en la oposición─ que participaron en el derrocamiento del somocismo. Esto lo que nos dice es que como sociedad no crecimos lo suficiente, que los procesos de democratización e institucionalización del país, han sido débiles.

La rebelión de abril pretende acabar con la dictadura de la familia Ortega Murillo, pero esencialmente su objetivo es abrir camino para construir una sociedad democrática para este siglo XXI.

La rebelión de abril es un rechazo a la vieja política de pactos, prebendas, clientelismo político, acuerdos de cúpulas. Es también una apuesta por la democracia y una renuncia a la violencia como herramienta política. Eso no hubo en la revolución sandinista.

La expresión de los movimientos auto convocados, del florecimiento de líderes y agrupaciones de jóvenes, indica que hay una juventud que quiere participar decisivamente en la definición del rumbo del país, de las políticas económicas, ambientales y sociales.  En un ejercicio de exigencia de rendición de cuentas.

Decís que la rebelión de abril es un rechazo a la vieja política, pero igual se creía que lo era 1979, y terminamos con una dictadura más sangrienta

Algunos reflexiones generales y lecciones aprendidas para mí analizando ambos momentos y otros de la historia de Nicaragua:

  • No hay idea o causa que justifique renunciar a la libertad. Nada justifica a la revolución y a quiénes la apoyaron haber renunciado a la libertad individual y haber anulado el derecho a la libertad de quienes estaban en contra de ese proyecto.
  • No tenemos que escoger entre justicia y libertad.
  • No se puede delegar el poder completo. Se deben implementar mecanismos de rendición de cuentas y de fiscalía.
  • Nadie debe permanecer demasiado tiempo en el poder.
  • La importancia de las instituciones y las reglas del juego.
  • El peligro de las cúpulas y vanguardias y los pactos bajo la mesa. Cuidado con los iluminados.
  • Los y las ciudadanos aprendimos de la manera más cruel posible que tenemos que participar en política y debemos adecuar el sistema político para eso.
  • Para avanzar en la democracia requerimos sanarnos. Para ello es imperativo un compromiso nacional con una Comisión de la Verdad y una Comisión Anticorrupción con apoyo internacional.
  • Solo tenemos futuro como país si tenemos la grandeza de unirnos a pesar de nuestras diferencias y prejuicios, para ello tenemos que conocernos y asumir compromisos mínimos.

Renovar, pero no al sandinismo

Pero, ¿qué pretende el MRS “renovar” del sandinismo? Las dos veces que ha estado en el poder el sandinismo ha sido desastroso para Nicaragua.

Ni en su fundación, ni ahora, el MRS ha sido un movimiento que pretenda “renovar” al sandinismo. No es un movimiento “de renovación sandinista” ni “renovador del sandinismo”. Para ser exactos “Movimiento Renovador” es el nombre que Sandino pensaba poner a su movimiento dentro del Partido Liberal, después de dejar las armas e iniciar la contienda política. Lo asesinaron antes que lo materializara. No tiene nada que ver con renovar al FSLN o al sandinismo.

Aunque los fundadores del MRS venían en su mayoría del FSLN, esa ya no es la composición total del partido. Con el segundo impulso del MRS después de la campaña electoral del 2006, primero con Herty (Lewites) y luego con Mundo (Jarquín) como candidatos, el partido se oxigenó con una ola de nuevos afiliados, votantes por primera vez o profesionales jóvenes, fue en esa época que yo me afilié.

Muchos buscábamos un espacio propicio para incidir en la vida pública del país, y las normas democráticas del MRS nos facilitaron la posibilidad de incidir.

El MRS se ve a sí mismo como “movimiento”, “renovador” y como “sandinista”. Es decir esos tres adjetivos por separado. Somos un movimiento porque a la par de nuestro rol como partido, enmarcado en las reglas de la democracia electoral, creemos en la construcción de espacios amplios de debate y acción sobre los problemas de Nicaragua.

Somos renovadores porque queremos renovar la cultura política nacional. Queremos romper con aquellas prácticas vinculadas al autoritarismo y al caudillismo, que no es fácil. El autoritarismo es el vicio más enraizado en la cultura nicaragüense, todos los llevamos encima y solo podemos superarlos asumiendo un compromiso con la libertad de pensamiento, la educación en valores democráticos e impulsando límites al poder.

Somos Sandinistas porque buscamos interpretar el legado de Sandino a la luz de nuestros principios y nuestro programa, para transformar (renovar) nuestra sociedad.

¿Existe la ideología sandinista?

No creo que el sandinismo sea una ideología, es un posicionamiento ante la realidad a partir de los tres pilares planteados por Sandino: soberanía, democracia y justicia social, que identifica a una parte importante de la sociedad de Nicaragua.

Sandinismo de ayer y de hoy

En los 80, como ahora, bajo el sandinismo también hubo cárcel, muerte, represión, falta de libertad de expresión además de confiscación… Ni entonces ni ahora el FSLN ha tenido compromiso con la democracia.

Así es, así lo veo yo también. La democracia no está en la matriz del FSLN. Tampoco renunciar a la violencia.

En el 94 se redactó “Por un sandinismo que regrese a las mayorías”, ¿qué crees que se debe hacer para lograr eso?

Ese era un documento elaborado por personas que pertenecían al Frente Sandinista y demandaban a ese partido una propuesta de cambios. Eso nunca se hizo, ni creo que el FSLN o lo que queda de él ahora pueda hacerlo. Critica el concepto de partido único, de militancia cerrada y de política excluyente, exhorta a la renuncia a la violencia como método de lucha, demanda coherencia entre el discurso y la práctica y compromiso con la democracia y la vía electoral como método para llegar al poder, nada de eso se hizo en el FSLN. 

Te digo, a mí me causa repelo escuchar sobre sandinismo en el poder, sea el de hoy o el de los 80.

Sí, porque hay heridas abiertas, producto del silencio y la impunidad. Necesitamos una Comisión de la Verdad con la que nos comprometamos a no repetir nunca el círculo vicioso. Ahora tenemos la oportunidad de aprender del pasado.  Y cuando digo aprender del pasado no hablo únicamente de los ochentas, durante toda nuestra vida independiente hemos reproducido los mismos modelos de poder.

Si el liberalismo produjo una dictadura, el sandinismo produjo otra, y los conservadores acarrearon una ocupación militar extranjera. Es necesario reflexionar en el tipo de sociedad que somos y hemos sido.

La parte oscura de la Revolución

Vos naciste con la Revolución. ¿Qué es para vos el Frente Sandinista?

Nací en diciembre de 1977, el 19 de julio de 1979 tenía un año y medio, en 1990 tenía 12.

Viví mi niñez en el lado sandinista de la revolución. Mi relación con el FSLN de esos años y mi relación con la revolución estuvo mediada por mis cercanos: mis papas, mis hermanos, el Padre Fernando Cardenal y su mística.

A mis ojos de niña, eran mis hermanos mis mayores referentes del sandinismo; los vi ir voluntariamente a cortar café para “levantar la producción”, al Servicio Militar a “defender la patria”, los vi hacer “lo que la revolución les ordenara” para construir una sociedad más justa y también los vi sufrir las consecuencias, uno de mis hermanos es lisiado de guerra y un primo querido, Roberto, que vivía con nosotros esos años, murió en el SMP.

No soy un caso aislado, ese fue el tamiz con que las personas de mi generación con familias sandinistas vivieron la revolución, sin percatarnos en esa época, de que solo estábamos viendo la mitad de la verdad.

Hasta que conocí a personas que sufrieron exilio, confiscaciones, represión por pensar distinto, es que he podido comprender el lado oscuro de la revolución. Sobre todo a partir de la lucha en contra de los fraudes electorales en 2008 y contra el canal interoceánico en 2013, escuchando el testimonio de líderes liberales y campesinos de la resistencia nicaragüense.  Comprender la magnitud de la guerra desde la visión de combatientes de ambos lados ha sido también aleccionador para mí.

¿Qué es para mí el FSLN ahora?, un cascarón vacío de proyecto más allá del propio de la familia Ortega–Murillo. Un partido criminal cuyas instalaciones se usaron durante el 2018 para torturar, secuestrar y servir de base de operaciones de paramilitares.

Hay un debate sobre la diferencia entre sandinismo y orteguismo. ¿Cómo lo entendés vos?

El sandinismo como lo presenta el FSLN, su estilo y prácticas en el ejercicio del poder, es el único que ha gobernado en Nicaragua. Y en la medida en que ese FSLN se transformó, de un proyecto colectivo a la empresa de la familia Ortega Murillo, pues el sandinismo conocido comenzó a ser el orteguismo.

Así como el liberalismo tuvo que diferenciarse del somocismo, igual el sandinismo tendrá que exorcizarse del orteguismo.

Los retos actuales no solo son para el sandinismo, toda corriente política sin compromiso con la democracia, está condenada a muerte. El colapso del FSLN tiene que ver con eso. Al oprimir al pueblo, se liquidó a sí mismo.  

Una reflexión fundamental de abril incluye la necesidad del compromiso con la democracia, pues las dictaduras no son hijas de las ideologías, sino de la cultura política, como decía don Emilio Álvarez Montalván.

Foto: Oswaldo Rivas

Posted on 22 de julio de 2019 in Democracia, Zona Naranja

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