Juan Daniel Treminio del medio digital Coyuntura, entrevistó a Ana Margarita Vijil, expresidenta de Unamos y activista reconocida en el país.
Aquí les dejamos la entrevista.
¿Líder o lideresa?
«No me siento identificada con que me digan ni líder, ni lideresa. No siento que va conmigo porque no me posiciono así en la vida. Soy una activista. Me identifico como una mujer con poder, que usa el poder que tiene y que le gusta que otras mujeres usen su poder, y que le gusta potenciar liderazgos colectivos en la toma de decisiones. En un país como Nicaragua, aunque no debería ser así, el tema de líder o lideresa ha sido vinculado a una cultura caudillista en donde se potencia a una persona que es quien toma las decisiones y solamente informa lo que hay que seguir, entonces, no me veo en ese escenario».
Pero, has estado muy involucrada en la política, liderando un partido.
«Réquete, réquete. (Ríe) Y me siento muy contenta de hacerlo. Ese es uno de los lugares que encontré para potenciar los cambios que quiero para Nicaragua».
¿Cuándo y cómo fue que tomaste ese rumbo?
«Desde chiquita asumí que quería trabajar en algo vinculado a cambios sociales en el país, en mejorar las condiciones de vida de los nicaragüenses en general. Cuando de chiquita me pregunté lo que quería ser, encontré el sentido de trabajar algo vinculado a la comunidad y al país. Esa fue una de las razones por las que estudié derecho, porque quería entender la estructura social y jurídica que nos regía, y los cambios que había que hacer para tener un país amigable y con oportunidades. De ese paso a participar en política es bien chiquito».
¿Quiénes fueron tus influencias?
«Una persona que para mí fue importante en la vida: mi padrino, el padre Fernando Cardenal. Influyó el enfoque del cristianismo de buscar un mundo en donde todas y todos seamos hermanos y hermanas, en donde pueda haber paz. Mis padres han sido un elemento de influencia; ellos decidieron tener una vocación de trabajo y de servicio. El mensaje inculcado por mis padres era que teníamos una responsabilidad con la sociedad en la que vivimos, de que no podemos ser islas de bienestar en un océano de miseria».
¿Cómo fue la primera vez que ejerciste tu derecho al voto?
«Voté por el MRS en 1996. Esa fue mi primera elección, pero el MRS no me cautivó en ese entonces. Solo fui una votante. Luego participé en una iniciativa para crear un partido político que se llamó Movimiento de Unidad Nacional (MUN) en el año 2000 y el Consejo Supremo Electoral (CSE) no nos quiso otorgar la personería jurídica. Fue hasta que apareció la candidatura de Herty Lewites cuando sentí que había una oportunidad enorme para el país, para hacer esos cambios que estábamos convencidos que se tenían que hacer. Yo estaba trabajando en Holanda en el caso de Nicaragua vs. Colombia, y me vine para trabajar en la campaña de Herty».
¿Qué viste en Herty?
«Herty no era un caudillo. Habían unas cosas que yo le criticaba, pero tenía unas cualidades enormes de trabajo en equipo, de ser abierto a otras ideas. Él materializó eso cuando fue alcalde de Managua. Se rodeó de personas que venían de otras experiencias distintas a la de él, incluso trabajó con el equipo del alcalde anterior que era liberal. Ese trabajo que hizo logró mejorar las condiciones de miles de nicaragüenses en Managua. Nunca antes hubo una recaudación fiscal con el ordenamiento que él hizo. Cuando me metí de lleno a trabajar en su campaña fue que conocí al MRS de verdad y me enamoré. Me enamoré de un grupo de personas que tenían años en esta lucha gritando propuestas».
¿Cómo fue la decisión de quedarse en el MRS?
«Me di cuenta que era un partido, más allá de las personas. Era un partido que tenía un programa, y ese programa coincidía mucho con lo que yo quería para este país. Además me gustó la forma desinteresada con la que el liderazgo local del partido trabajaba en voluntariado. Me encantó y me metí. Desde entonces, estoy y he vivido la transformación de ese partido. A lo que es hoy UNAMOS, es una familia para mí».
¿Cómo manejas las críticas que te hacen por ser sandinista?
«Lo que yo puedo decir es que nunca estuve en el Frente Sandinista. Nunca lo estuve, y nunca quise estar. Yo nunca tuve ninguna participación ahí. Mi primera votación fue al MRS en el 96. El único partido en el que yo he participado es en este, salvo la etapa en la que tratamos de crear MUN».
¿A qué te dedicaste mientras estabas fuera de la política?
«Al salir de la universidad, trabajé un rato en la UCA (Universidad Centroamericana). Después me fui a trabajar en el caso de Nicaragua contra Colombia; estuve de primer secretaria y en asuntos consulares. Fue una gran aprendizaje el que obtuve en Holanda. También trabajé como representante alterna ante la Organización para el Control de Armas Químicas (OPAQ) y también para el Fondo Común de Productos Básicos (CFC). Aprendí sobre un montón de temas. Todas esas experiencias fueron una escuela para mí, y aprendí que cualquier cargo que uno ocupe puede cambiar la vida de la gente. Luego apliqué a una beca Fulbright para estudiar una maestría en ciencias políticas, con énfasis en política comparada, entre el 2008 y el 2010 en Arizona».
¿Cómo te convertiste en la primera mujer joven en ser presidenta de un partido político?
«En el 2010 regresé a Nicaragua, más decidida a hacer política, precisamente para trabajar por los cambios que contribuyan a mejorar la vida de los nicaragüenses. En el 2011 me lancé de candidata a diputada y me inhibieron. Me dijeron que no cumplía los requisitos por haber estudiado fuera, pero la Constitución lo permitía. Cuando decidí lanzarme de presidenta del MRS tenía 33 años, y pensé que me iban a comer viva, que no iban a votar por mí. Pero el equipo de la Red de Mujeres del MRS me empujó a tomar la decisión. Di la pelea y quedé electa como presidenta del 2012 al 2017. Fue otra gran escuela. Asumí el reto y las consecuencias que se sufren por estar al frente de una organización como esta».
¿El ser presidenta de un partido es un cargo que te pone más de cerca al poder nacional?
«Desde chiquita me asumí como una mujer con poder. Me siento capaz de hacer y proponer cambios, y en cualquier margen de acción me asumo como lo que soy. Esa es la forma en la que yo he decidido manejar mi vida. Cuando uno se mete en política, para desafiar al poder, tiene consecuencias. No tengo temor de lanzarme en una competencia y perder. Incluso no ser la más votada en una competencia ya es un triunfo. Aunque no votaron por vos, ya dejaste sentada tu posición. Ya te escucharon y vos aprendiste de esa experiencia».
¿Crees que es tabú hablar de aspiraciones?
«¿Por qué va a ser un tabú? Es cómodo decir que ‘como la política es sucia yo no me meto’; entonces, yo no logro hacer los cambios porque quienes se meten son los que no tienen problemas, o son siempre los mismos.
Yo estoy convencida que los cambios profundos que Nicaragua necesita requieren del involucramiento desde los distintos espacios en los que podamos, y uno de los espacios es el poder político».
¿Tienes algún problema con compartir sus aspiraciones?
«Para nada. Hay que seguir luchando para abrir los espacios y construir una plana de candidaturas diversas en esta elección, y yo quiero ser parte de eso, y quiero que otras mujeres sean parte de esto, y que más jóvenes se metan en esto. Ese el gran reto por hacer y no tengo ningún problema en decirlo abiertamente, porque creo que es lo que necesita Nicaragua: que nos metamos de lleno. No hay que demonizar a quienes quieran estar. Al contrario, tenemos que promover que más gente quiera estar ahí. Esa fue una de las demandas de abril. Un basta ya. Nuevos ojos, diversas perspectivas».
¿Cuál es tu apuesta para este proceso electoral?
«Estoy convencida de que podemos ganarle a Daniel Ortega. Podemos salir de él, pero tenemos que trabajar unidos y unidas para eso. Ortega está débil. Solo se quedó con su núcleo de represión; su propia estructura se le ha volteado y está actuando para impedir que hayan elecciones. Está tratando de dividir a la oposición y desmoralizarla. Tenemos que hacer todo lo posible para organizarnos y demandar esas elecciones, y ganarlas. Estoy apostando a que podemos ganar la Presidencia de la República y la mayoría en la Asamblea. Es un reto enorme».
¿Y como crees que será el comportamiento de las mujeres en este contexto?
«Las mujeres somos la mitad de la población y hemos estado en todo lo que ha pasado en el país a lo largo de la historia. Hemos sido parte activa y protagonista de la lucha de abril.
Yo espero que, así como hemos trabajado en cada lucha, aspiremos en igualdad de condiciones a las candidaturas. Tenemos un liderazgo de mujeres de primer nivel, capaces de hacer los cambios que se necesitan. Mujeres penconas, valientes y competentes, de todas las edades».
¿Qué dificultades se determinan en el quehacer político de las mujeres?
«En el país siguen habiendo muchísimas desigualdades ante la participación de las mujeres, y la oposición no es la excepción. Las mujeres estamos en todas las estructuras de base, pero a medida que la escala de poder sube se ven menos mujeres, porque hay barreras que se imponen. Hay más dificultades para la participación política de las mujeres. Esa es una realidad mundial. Hay estereotipos en la sociedad que asumen que los hombres están más capacitados y mejor preparados para los puestos de decisión, y es una gran mentira. Esas barreras que no vemos, pero que las sufrimos, dificultan la participación de la mujer.
La paridad existe por ley precisamente para evitar que esas desigualdades sucedan. Yo estoy convencida de la necesidad de la paridad porque es lo que me parece justo, correcto y necesario para mejorar la vida. Pero las leyes con Daniel Ortega no funcionan para nada, porque no importa que seas hombre o mujer; en la Asamblea y en las alcaldías se va a hacer lo que Ortega y Rosario digan. Por eso es que hay que salir de ellos, y es fundamental que hayan instituciones democráticas. Eso es lo que demandamos».
¿Qué tal la nueva etapa del MRS cómo UNAMOS?
«Me siento muy orgullosa de nuestro nuevo nombre. Parte de nuestro rol tiene que ser seguir trabajando para crear puentes entre distintas personas y organizaciones. Me siento orgullosa de mantener esta identidad renovadora que nos compromete con el cambio permanente. Una identidad democrática que siempre ha estado en nuestro programa».
¿Qué personalidades de la historia admiras?
«Para mí ha sido fundamental estudiar las acciones de Nelson Mandela, quien pasó años en la cárcel y salió con la mentalidad de saber que para Sudáfrica todos eran necesarios; trabajó por un país en donde todos cupieran, impulsando un proceso de verdad y de justicia.
De la vida política nacional admiro a Haydeé Flores y Conchita Palacios, quienes fueron las primeras mujeres universitarias que retaron al régimen. Luchadoras por la igualdad. Las primeras médicos y las primeras abogadas. Las hermanas Mirabal, Lidia Maradiaga, de la que casi nadie conoce. Todas esas mujeres abrieron brechas».
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